El Ártico es uno de los océanos del planeta, sus aguas rodean el Polo Norte; tiene una extensión de 14 millones de kilómetros cuadrados, no existe un acuerdo global que regule las actividades a ejecutar en la región ártica, y tampoco existe un organismo internacional que vele por la aplicación de un estatuto ártico, más allá de un foro eminentemente regional. Esta zona en la actualidad está sujeta a una controversia por tres razones principales. La primera es por su ubicación estratégica al ser un paso para el comercio marítimo y la segunda al ser una zona con reservas de petróleo. Sin embargo, a estas dos controversias con carácter de conflicto territorial se le debe aumentar los daños que ha sufrido este ecosistema por el calentamiento global y por la actividad humana en esta zona. Esta última problemática tiene un carácter de interés global, aún se desconoce las consecuencias del cambio en los polos a largo plazo.
En el corto plazo se han observado cambios en la temperatura del mar, en los microorganismos de la zona, en las conductas de los animales endémicos de la zona y en el nivel del mar. Sin embargo, en los discursos que se manejan a nivel práctico, nunca se evidencia esta última problemática como una cuestión de interés estatal y menos a nivel global; esto en parte es causado por cómo ha sido representado y construido para los estados que tiene incidencia en esta zona (exceptuando a China que está fuera de los límites del Ártico).
En 1996 se crea el Consejo del Ártico mediante la Declaración de Ottawa, en el cual participan un total de dieciséis actores, de los cuales ocho son estados con soberanía sobre este territorio marítimo: Canadá, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia, Rusia y Estados Unidos. Por otro lado, seis son organizaciones institucionales relacionadas con comunidades indígenas de la zona: Aleut International Association, ArcticAthabaskan Council, Gwich’in Council International, Inuit Circumpolar Council, Russian Association of Indigenous Peoples of the North y Saami Council; otro actor indirecto es la OTAN, ya que cinco de los ocho países son miembros; sin embargo, este foro ha servido para mantener el statu quo de la región ártica, es decir, no hay una norma internacional que regule el Ártico como patrimonio común de la humanidad o que permita una mayor articulación con otros países; debido a los intereses propios de cada estado en controlar las rutas del Ártico y los recursos naturales.
Esta construcción del imaginario de esta zona deja en evidencia la necesidad de repensar una vez más los territorios desde un enfoque ecológico y global. Es necesario establecer normas internacionales para la conservación de ecosistemas de interés global; responsabilidades formales sobre los ecosistemas claves más allá de la soberanía territorial que se otorga a los estados. El presente ensayo explorará la situación delicada del Ártico para ejemplificar la necesidad de construir instrumentos internacionales que garanticen la seguridad de estos habitas. Los territorios con recursos naturales históricamente han sido conflictivos, el Ártico no es la excepción. Desde 2008, EE.UU. ha realizado diversos informes sobre las potenciales reservas de petróleo y gas natural de este espacio, de la misma forma que Rusia ha buscado la manera de extender el territorio marítimo, más allá de las 200 millas náuticas, para garantizar el acceso a estas reservas y el control de esta potencial vía de comercio internacional. Adicionalmente China ha mostrado interés en el transporte marítimo, ha invertido en mejorar capacidades para cruzar por estas zonas. Esta mezcla entre intereses estatales contrapuestos y el interés global por la preservación complica la creación de instrumentos que permitan la conservación de ecosistemas de interés global.
Primeras Políticas
Se debe partir de la relación que los estados con soberanía han construido en este espacio. En 1907 Pascual Poirier estableció la idea de que el Polo Norte es simplemente una extensión de los países que rodean esta zona por lo cual esta misma pasaría a estar bajo la soberanía de estos países. La propuesta de Pascual “no ha sido recogida por el Derecho Internacional fundamentalmente porque se basa en un criterio de accesión.”. En 1925 Canadá establece de forma oficial sus límites del sector Ártico. Estados Unidos hizo lo mismo en 1950, delimitando una “Zona de Identificación de Defensa.”, mientras que la Unión Soviética determino sus límites en 1926. Bajo la CONVEMAR se establecieron las fronteras marítimas.
A causa de los efectos del cambio climático el Polo Norte sufrió cambios significativos en sus características geográficas. “Desde hace algunos años se registran precipitaciones más concentradas, inundaciones más recurrentes, sequias más extensas, récords históricos de temperatura, mayores tasas de derretimiento de hielos,”, lo que dio apertura a diversos estudios que hicieron cambiar el interés político en la zona. Conforme a numerosas investigaciones científicas, se estima que, al término del verano de cada año, desde 2030, las rutas del Ártico estarán disponibles para la navegación marítima; la ruta de Mar del Norte o Paso Nor-Este (Northern Sea Route), bordeando la costa de Rusia y Siberia, tiene una longitud de 2.600 millas náuticas, y podría ser más eficiente que el Polo Sur o el canal de Panamá, pasando de las 21.600 millas náuticas actuales a 14.600 para unir Hamburgo y Yokohama.
Rutas de comercio y reservas de recursos naturales
Este cambio geográfico ha convocado el interés de otros países que están fuera del Consejo del Ártico como es el caso de China, país que se describe a sí misma como uno de los estados continentales que están más cerca del Círculo Ártico, quitando el hecho de que hay ausencia de territorio chino en el circulo ártico o en sus bordes, lo que evidencia que China está a favor de la apertura de la Ruta del Mar del Norte, por su facilidad para conectar el Este de Asia con Europa y Norte América. Adicionalmente en mayo del 2008 se terminó los estudios pre exploratorios de la USGS (U.S. Geological Survey), los cuales concluyen que estos campos contienen aproximadamente 240 billones de barriles y equivalentes en gas natural, es el 10% de las fuentes convencionales de petróleo del mundo.
Esto llevo a reclamaciones por la extensión de los límites marítimos, teniendo en cuenta que la consideración actual, corresponde a los pretendidos reclamos de soberanía de los países ribereños del Ártico, sobre la extensión de su plataforma continental, con el fin de poder acceder bajo un escenario legal, a los recursos disponibles en el área.
El presidente Vladimir Putin ha “situando al Ártico como prioridad regional en su Concepto de Política Exterior de 2013.”; previamente el 2 de agosto del 2007 exploradores rusos colocaron la bandera de Rusia a 4200 km bajo de profundidad, mostrando una intención de reclamo territorial, esto con el objetivo de extender el límite marítimo ruso. Este hecho no tuvo una reacción por parte de Estados Unidos, el cual no reconoce ningún intento de reclamación territorial.
En esta breve revisión de los discursos y procesos de construcción del territorio queda en evidencia que los efectos en el cambio climático y las consecuencias globales quedan en un margen secundario para los estados que tienen soberanía sobre está zona.
De los actores analizados, únicamente China reconoce en su Libro Blanco, las posibles consecuencias ambientales debido a los cambios que está sufriendo el ártico y que puede deteriorar la agricultura, la pesca entre otros sectores. Otra razón por la cual es necesario un marco normativo e institucional internacional para ecosistemas es la no existencia de un discurso similar por parte de otros estados.
El cambio climático y las consecuencias de este deberían ser abordados desde una óptica de seguridad e inteligencia en los estados. Se han observado fenómenos “debido al deshielo de glaciares y de las capas heladas de la Antártida y Groenlandia, además del aumento de volumen de la masa líquida debido a la temperatura, que lleva desde 1900 registrando 2mm de subida al año”, lo que se traduce en la perdida de línea costera y aumento de los conflictos territoriales internos.
Otro efecto del deshielo es entrar en un círculo de afectación, es una constante retroalimentación que degrada las condiciones del permafrost. Las capas de hielo evitan el calentamiento de los mares, mientras menos albedos se encuentren esto va a calentar los mares y va a causar degradación de las capas de hielo y, como consecuencia, se descongelan los polos y glaciares, eleva los niveles de mares y océanos, y se provoca de forma creciente «anomalías meteorológicas» o fenómenos «meteorológicos extremos». Este tipo de fenómenos es de interés global, y son absorbidos de manera inequitativa, los países con menos recursos son los que más sufren las consecuencias del cambio climático; pero su incidencia sobre las decisiones en estas zonas son nulas. Los tratados que se han desarrollado en su mayoría son de carácter regional y funcionan bajo los intereses de cada Estado.
El Consejo de Ártico está formado exclusivamente por estados con soberanía sobre el ártico, y diferentes agrupaciones que velan por los intereses de grupos edénicos de la zona. Sin embargo, por la evidencia previamente presentada no se ha mantenido un respeto por el delicado entorno, a diferencia de los que sucede en el Antártico, no existe un programa de protección vinculante para el océano Ártico.
El régimen que debería encargarse de la protección de este territorio no tiene herramientas de naturaleza jurídica vinculante, permitiendo la exploración para futura explotación petrolera y minera, así como también permitiendo una ruta que acelera el proceso de degradación de un ecosistema vulnerable. No obstante, en el marco del Consejo se creó en 2013 el Consejo Económico del Ártico, cuyos fines son: fomentar el desarrollo empresarial en el Ártico, establecer una cooperación circumpolar más profunda y proporcionar una perspectiva empresarial al Consejo Ártico, dejando al Ártico como un territorio de interés únicamente económico y buscando establecer alianzas que desarrollen mucho más las actividades económicas de la zona ignorando completamente cualquier posible ambiental que pueda ocurrir en el proceso.
¿Qué políticas se han aplicado ante esta situación?
Por su parte, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar - CONVEMAR ha funcionado más como un definidor de límites marítimos bajo el concepto de las 200 millas náuticas; sin embargo, este tratado ha sido causante, en parte, de la reclamación territorial por parte de Rusia por los límites de la plataforma continental. Este mismo tratado entrega potestad sobre los recursos naturales que se encuentran en esta zona, sin garantizar la conservación.
En el marco Convenio sobre biodiversidad biológica se estableció que el Ártico es una zona de gran importancia biológica, este convenio busca la preservación bilógica y el desarrollo sostenible. De manera similar también se puede aplicar la Convención de Ramsar, que es un acuerdo internacional que busca garantizar la conservación de estos ecosistemas. Estos últimos dos tratados pueden ser aplicables; sin embargo, no se ha hecho, se reconoce a la figura del Estado y su soberanía sobre los ecosistemas, lo que a la final puede resultar simplemente en la destrucción de otro ecosistema vulnerable con consecuencia irreversibles para el planeta.
¿Es posible establecer un tratado internacional que permita regular proteger todo ecosistemas vulnerables? A simple vista esto se ve imposible, o algo que se ha hecho con anterioridad pero que nunca ha logrado consolidarse.
Desde el enfoque del Estado Soberano, no permitiría que se pierda soberanía sobre un territorio que está dentro de sus límites establecidos; por lo cual existe una autonomía sobre las decisiones; así mismo, para que exista algún tipo de vinculación debe existir una voluntad política de formalizarlo. En el caso del Ártico, se puede observar como el Consejo del Ártico, que es una estructura sin una naturaleza jurídica y que concentra las decisiones de un ecosistema vulnerable en una agrupación regional. Todo esto amparado en otras figuras como CONVEMAR que permite esta soberanía sobre el circulo ártico. Los instrumentos existentes no alcanzan a dimensionar la necesidad global por la conservación de territorios vulnerables.
Sin embargo, se ha visto que existen ciertos discursos que han afectado a esta misma soberanía bajo supuestos menos técnicos que la degradación ambiental, como es el concepto de Estado Fallido. Un discurso utilizado para señalar cuando un Estado no cumple con determinadas características. Desde el enfoque de discursos formales y prácticos es posible también cambiar la idea de Estado y mutar a una idea más técnica de ecosistema.
El Estado puede verse como una construcción de un imaginario, mientras un ecosistema tiene una delimitación geografía mucho más marcada y clara. Probablemente la única forma de pasar sobre los intereses estatales sería aceptar la existencia de ecosistemas y otorgar a estos espacios derechos mucho más universales respetando las características propias de cada ambiente. De la misma forma que existe Estados Soberanos impulsar Ecosistemas Soberanos que generen espacios de cooperación multilateral y garanticen la conservación de estos espacios.
Conclusiones
Finalmente, el Ártico es otro ejemplo más donde las visiones geopolíticas y la rivalidad prevalecen sobre la cooperación, el multilateralismo y el derecho internacional. Si se quiere ir más lejos, incluso es un ejemplo de cómo el imaginario de un estado se antepone a las necesidades globales. La razón por la cual urge la creación de una institución que vele por los intereses de los ecosistemas por sobre los estados es muy clara; los conflictos geopolíticos no permiten una cooperación, la crisis ambiental está cada vez más presente en el mundo y apenas estamos sintiendo sus efectos, y no ha existido un consenso global de cómo actuar sobre estos espacios.
No existe una manera de determinar cargos o responsabilidades ya que estos mismos van contra la autonomía de los estados. Otro ejemplo de un ecosistema delicado que ha sufrido por decisión del propio estado es el Amazonas, no existe ningún marco jurídico que pueda actuar por sobre el deseo soberano.
Esta discusión está lejos de terminar, y puede llevar espectros mucho más complejos. Es muy difícil determinar quién o qué es lo mejor para conservar los espacios o de quién será la responsabilidad de los impactos ambientales. Como lo ha planteado China en su Cuaderno Blanco, el derretimiento de los polos es un fenómeno que interesa a los países que están fuera del Círculo Polar Ártico, ya que puede traer desde consecuencias económicas hasta consecuencias humanitarias.
Globalmente ya han existido desplazados por fenómenos climatológicos y el impacto que tiene la mutación de los ecosistemas puede incrementar esta situación hasta volverla una crisis humanitaria en los próximos años. Para evitar estos desastres se debe realizar cambios desde el ámbito jurídico hasta el cómo se está construyendo al imaginario del estado y las fronteras, e introducir el concepto de ecosistemas como un territorio de interés global; esto desde los discursos prácticos, académicos y populares.