La economía colaborativa es una idea económica y empresarial relativamente reciente fundamentada en las nuevas tecnologías y cooperación social. Bajo el paraguas de una economía social los agentes económicos (familias, empresas, etc.) se prestan, intercambian, venden, alquilan y compran servicios y productos, con la base en el principio de cooperación. A raíz de este nuevo concepto, han surgido numerosas empresas que han demostrado un concepto empresarial novedoso fundamentado en las nuevas tecnologías y redes de colaboración.
Para la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), la economía colaborativa se trata de un «nuevo modelo económico que se basa en el intercambio entre particulares de bienes y servicios, que permanecían ociosos o infrautilizados, a cambio de una compensación pactada entre las partes» (Díez Toribio, 2015).
Este tipo de modelo ha fomentado el nacimiento de empresas colaborativas de tranporte urbano como Uber, Cabify o BlaBlaCar. En el caso de las dos primeras, donde la idea de negocio se basa en el transporte privado de vehículos con conductor, se atienden las necesidades de los consumidores aprovechando la conectividad que ofrece internet. Y no solo eso, las transacciones peer-to-peer ofrecen la oportunidad de interconectar varios ordenadores o dispositivos móviles sin la necesidad de terceras personas.
¿Es AirBnB sostenible?
También existen empresas dedicadas al sector del turismo que han aprovechado la ola de la economía colaborativa para crear un nuevo modelo empresarial. En el caso de AirBnB, empresa que mediante una plataforma online oferta alojamientos entre particulares, ha permitido que los turistas puedan alojarse en casas de residentes locales en vez de hoteles, como tradicionalmente se ha hecho. Sin embargo, esto ha generado numerosos problemas en asociaciones de vecinos y en barrios donde antes no se veía a ningún turista pasear. Los residentes se quejan por el aumento extremo de los niveles de turistificación que ha supuesto para muchos de ellos ser expulsados de sus hogares.
Impacto en el medio ambiente
La economía colaborativa es hoy una realidad que ha modificado sustancialmente la forma que tienen de comportarse todos los actores de la sociedad. Ha cambiado la manera de desplazarse y de compartir productos con otras personas. Empresas como BlaBlaCar han obligado al resto de compañías de transporte tradicionales a modificar su estilo de negocio. Hoy en día se pueden ver a personas desconocidas reunirse para viajar juntas por carretera, compartiendo el mismo coche y a la vez ahorrar gasolina y dinero.
Este ejemplo es claro. El simple hecho de viajar en un vehículo privado con 5 personas en vez de 1 supone una reducción de gases contaminantes a la atmósfera. Las innovaciones económicas en materia de sostenibilidad medioambiental pasan por exprimir al máximo los recursos limitados que actualmente se poseen.
A pesar de lo que se pueda pensar, varios estudios demuestran que no todo es un camino de rosas. Según un estudio realizado por la Agencia Medioambiental de Francia, la economía colaborativa no tiene un balance tan ecológico como parece. Compartir un vehículo privado, en trayectos cortos y repetitivos, no supone en términos generales un ahorro energético ni tampoco una reducción de emisiones de gases contaminantes a la atmósfera como sí lo hace el transporte público. Por esta razón, aunque el hecho de compartir coche sea una actividad eficiente, en la práctica, el beneficio medioambiental no lo es tanto.
¿Economía colaborativa sin internet?
Internet ha permitido abrir el mercado a nuevos agentes a niveles nunca antes conocidos. La idea de compartir o de usar algo que no es propiedad de uno no es un concepto novedoso. Siempre ha habido, por ejemplo, viviendas en alquiler. Mucho antes de existir internet ya se compartían casas o vehículos. Los vecinos de un mismo barrio o localidad intercambiaban mediante el trueque distintos objetos. Sin embargo, lo que sí ha hecho internet es convertir esta actividad a una a escala global donde personas de distintas partes del mundo pueden unirse y colaborar juntos.
La mayoría de personas afirman que gracias a internet el consumo es ahora más responsable y sostenible, ya que permite reducir las enormes desigualdades que existen alrededor del mundo. La conectividad ha permitido unir oferta y demanda desde cualquier lugar. La economía colaborativa es consecuencia del establecimiento de internet en el día a día, ya que sin él este modelo financiero no tendría cabida ni recorrido.
¿Qué implicaciones tiene este modelo económico en el ámbito legislativo?
La regulación de la economía colaborativa es un asunto muy presente en el ámbito político, social y económico. Este nuevo modelo destaca por tener defensores acérrimos o quienes afirman que tiene un impacto negativo, al ser una forma de economía sumergida que fomenta la competencia desleal entre empresas. Mientras la sociedad, las empresas y los políticos analizan cuáles pueden ser los efectos económicos de este fenómeno, la legislación actualmente vigente no dibuja un escenario totalmente claro para todas las partes.
Al tener una regulación un tanto difusa, han surgido numerosos conflictos entre empresas tecnológicas y convencionales. Algunas incluso han llegado a los tribunales, dando lugar a sentencias poco claras que hacen referencia a la falta de regulación.
Hasta el momento, ya son varias las sentencias de altas instancias judiciales que hacen referencia a la economía colaborativa de empresas tecnológicas. En muchos casos se observa que las leyes y los reglamentos van por detrás de la realidad, ya que, en determinados momentos, los cambios legislativos no aportan nada de luz a un sector que avanza a pasos agigantados.
Es importante citar que el proceso «más común, al margen de los procesos disruptivos promovidos por los cambios radicales en el sistema político, supone un procedimiento continuo de regulación y de inadecuación sobrevenida de las reglas jurídicas, que da lugar a la aprobación de nuevas normas para proporcionar una respuesta adecuada a las nuevas realidades sociales» (Rodriguez-Piñero Rojo, 2017). Es fundamental que los políticos tomen conciencia que el mercado necesita de una regulación rápida y eficaz.
UBER CABIFY y regulación
Tomando el sector del transporte público como ejemplo más claro, la falta de legislación ha producido conflictos entre el tradicional sector del taxi con plataformas como Uber o Cabify al considerarlos ilegales por competencia desleal. Otros casos como el de AirBnB han provocado que el Ayuntamiento de Barcelona tuviera que implicarse y regular el mercado al comprobar que la situación se desbordaba. Los hoteles se quejan por estar sometidos a un férreo control administrativo, algo que no hacen los apartamentos particulares que ofrecen a turistas residencia a través de su plataforma digital.
¿Cómo regular un sector en constante cambio?
Las empresas tradicionales creen que la economía digital y colaborativa son caldo de cultivo para fomentar la competencia desleal, ya que consideran que la falta de regulación es el origen de todos los problemas que actualmente sufren. Como se ha mencionado antes, los políticos han tomado conciencia del asunto y se han puesto manos a la obra para atajar cuanto antes los conflictos entre empresas de un mismo sector.
Sin embargo, regular una realidad en constante cambio no es tarea fácil, ya que exige una gran capacidad de previsión. Se han realizado varios informes sobre los beneficios y las desventajas de regular las empresas que participan en una economía colaborativa y se ha llegado a la conclusión de que es conveniente flexibilizar las restricciones del mercado a niveles ajustados y agilizar la actividad de las plataformas digitales.
Conclusiones
Existen algunas lagunas legales sobre las actividades basadas en el consumo colaborativo dejando en territorio desconocido a la mayoría de los agentes económicos que operan en él. Al margen del ciclo económico, la política tiene un papel fundamental, ya que ayudará a aclarar la mayor parte de los conflictos que hoy existen. Lo primero es definir con claridad qué papel juega cada parte y, después, cuáles son las responsabilidades y derechos de cada uno.
Este nuevo modelo económico ha cobrado importancia en la última década como contrapunto al sistema neoliberal que tiene por bandera el consumismo bajo una sociedad de mercado. La economía colaborativa comenzó a surgir tras la irrupción de la crisis financiera de 2008, que provocó el hundimiento del sistema económico en que se vivía entonces. Dicho colapso fomentó el desarrollo de un nuevo enfque basado en la colaboración en un entorno digital. El cambio se produjo en todos los estratos de la sociedad teniendo como base los conceptos de propiedad, sostenibilidad, colaboración y eficiencia.
Se puede afirmar que las principales empresas que operan bajo una economía colaborativa en España son las dedicadas al sector del transporte privado (BlaBlaCar, Uber y Cabify) y al sector del turismo (AirBnB). Como se ha visto, esta es una era donde el cambio y la evolución son constantes, por lo que hay que esperar a que nuevas plataformas irrumpan en el mercado y expulsen a las que hoy operan eficientemente.
Los ciudadanos son los que deben finalmente deben salir beneficiados de esta economía de colaboración, ya que no tendría sentido si eso no ocurre. Los beneficios de las plataformas no deben causar daños colaterales a la sociedad ni al resto de los sectores tradicionales porque, al fin y al cabo, todo el mundo forma parte del mismo barco.